
El período de la prosperidad social artificial, de la catarsis de conciencia y del paroxismo consumista, está aquí: Bienvenidos a la Navidad. Es el período durante el cual todos tienen que comprar, independientemente de la posición de clase de cada cual. El consumo, especialmente en los días de Navidad, es la confirmación de la armonía familiar, la prueba de una amistad fuerte, una oportunidad para los económicamente poderosos de evadir impuestos vendiendo caridad y comprando entidad humanitaria. Sin embargo, todo esto constituye la “guarnición” de frenesí religioso y capitalista, cuyo componente estructural es el intercambio de dinero, ya mediante materiales o bienes, ya mediante un lugar en el paraíso. Pues estos dos parecen coincidir según las normas sociales impuestas.

Por consiguiente, no podemos identificar el consumismo como un momento ocasional de felicidad o como un mero fenómeno de patogenia social. Por el contrario, concebimos su papel como un mecanismo de alienación, a nivel social y personal. Concebimos su papel como un medio de represión intelectual, expresada a través del cultivo de una cultura apolítica y un amodorramiento prolongado. También, entendemos su papel agresivo en relación con la destrucción del medio ambiente, el cual está sufriendo la consecuencia de la cadena productiva.
En la sociedad del espectáculo, al sistema ideológico y de valores que junto con el consumismo apoyan el capitalismo, oponemos nuestra propuesta. Colectivizamos nuestras resistencias, funcionamos fuera de la lógica del Estado y el Capital, dentro de la cual incluso la supervivencia humana es una mercancía, ocupamos espacios y creamos infraestructuras que funcionan y se basan en conceptos que se oponen directamente a lo existente: solidaridad, compañerismo, dignidad, auto-organización, libertad.
Si somos lo que podemos consumir, ¿cuando ya no podamos consumir, que seremos?
Ocupación Draka, Grupo Anarquista Cumulonimbus
El texto en griego.
verba-volant.info