viernes, 20 de enero de 2012

La "sicología" anarquista

Anarquista

En algunos textos de este blog, he relacionado desde mi modesto entender la sicología social, disciplina relativamente moderna, con las ideas libertarias. De hecho, parece que se ha hablado incluso de "sicología anarquista", la cual se esforzaría más que ninguna otra en comprender las relaciones entre la sociedad y el individuo. Así, se produce el estudio de conceptos y problemas propios del mundo libertario, como son el poder, el autoritarismo, la educación, la jerarquización, la autogestión o las dinámicas de grupos, entre muchos otros. Recordemos la definición de anarquismo que aporta Amedeo Bertolo en su texto "Poder, autoridad, dominio. Una propuesta de definición" (recopilado por Christian Ferrer en El lenguaje libertario (Libros de Anarres, 2005): "La critica más radical de la dominación explicitada hasta el momento, crítica teórica y crítica práctica".

Por dar otra definición reciente, proponemos la de Nelson Méndez y Alfredo Vallota (Bitácora de la utopía: Anarquismo para el siglo XXI. Caracas: Universidad Central de Venezuela, 2000):
"El anarquismo es probablemente la corriente política en torno a la cual ha habido más desinformación o equívocos a la hora de describirla. En lo esencial, es un ideal que preconiza la modificación radical de las actuales formas de organización social, que tanta injusticia, dolor, sufrimiento y miseria acarrean a la mayoría de las personas del mundo, buscando suprimir todas las formas de desigualdad y opresión vigentes, a las que considera responsables de esos males, sin por ello reducir un ápice de la libertad individual".

Expresado de un modo elemental, aunque sustentado en numerosas investigaciones modernas, los valores anarquistas son reclamados por una sicología social calificada como "crítica": en general, las personas disfrutan de una vida más plena si participan directamente en los asuntos que les afectan, si cooperan con sus semejantes y si su entorno asegura que las interactuaciones se realicen en igualdad de condiciones. Como cualquier otra disciplina, la sicología ha tenido tendencias al conservadurismo, pero las nuevas visiones críticas se apropian y ponen de manifiesto diversos postulados libertarios, lo que lleva a nuevas formas de concebir y comprender las realidades sociales. Frente a la sicología tradicional, la sicología social crítica se convierte en una nueva forma de mirar el mundo que cuestiona todo lo establecido. Al igual que preconiza el anarquismo, el individuo no puede separarse de la sociedad de la que forma parte, son dos conceptos también inextricablemente unidos para la sicología social crítica. Del mismo modo, se rompe también la división entre teoría y praxis, se busca la solución de problemas reales y cotidianos del individuo en sus relaciones sociales.

Un concepto fundamental que han mencionado los expertos, dentro de una sicología social crítica concomitante con el anarquismo, es el de memoria histórica. Efectivamente, y la realidad española es muy significativa al respecto, descubrir y rescatar elementos del pasado que fueron muy útiles en el pasado para la emancipación de las clases explotadas se muestra fundamental para una mejora del presente. La estructuras de explotación y el conformismo se sostienen gracias a una realidad mediática controlada por un discurso dominante que no es más que un engañoso y alienante "sentido común". Parte de ese discurso dominante no es más que una ideología del poder (de forma paradójica, ya que se sostiene a la vez que las ideologías han resultado perniciosas), que tenemos la obligación de desmontar. Expresado de forma muy radical, pero con mucha razón, por el sicólogo Eduardo Botero: "Vale la pena recordar la dialéctica del amo y del esclavo, desde los griegos hasta hoy; existen los amos, sí, porque existen los esclavos". O como dijo el gran Albert Camus: "¡Ellos mandan hoy, porque tú obedeces!".

Hemos mencionado una sicología social crítica que reclama los valores anarquistas, y merece la pena ahondar de forma somera en su orígenes. En los años 70, nace una sicología radical que plantea los siguientes principios:

-Rechazo a las prácticas sicológicas manipuladoras (en cualquier ámbito).

-Acudir a las causas de los problemas, no solo a los síntomas.

-Holismo.

-Generar prácticas innovadoras que respondan a las necesidades y problemas de las personas.

-Trabajar con las situaciones de la vida cotidiana y transformarlas.

-Denuncia y subversión de relaciones opresivas de poder.

-Transformación social.

Posteriormente, en los 80, se empezó a utilizar el adjetivo de "crítica", pero parece que la raíces de la sicología social radical y la sicología social crítica son las mismas. La sicología social crítica enfatiza la transformación del orden social, es una sicología que se implica en los procesos de emancipación y de cambio social, mientras que el término radical tal vez puede ir más allá en su anhelo de acabar con toda dominación. Una sicología anarquista se alimenta de ambos rasgos, la capacidad crítica de de pensar un futuro diferente, y la capacidad radical que asume que puede acabarse con toda estructura opresiva.
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