Comenzando con una reflexión y un abordaje del consumo de tabaco, como uno de los productos más extendidos y de consumo en el mundo, sería gustoso desarrollar cifras y datos, que nos abran y nos ensanchen una dimensión en la que la acumulación de datos y la reflexión pueda darse sobre un sustrato material e intelectual.
Entrando en materia, el consumo de tabaco, desde mi punto de vista, no puede ser catalogado como una decisión personal en el sistema de producción actual. Desde mi punto de vista, una decisión personal y en esto es donde más personas se escudan a la hora de la defensa de su consumo, es una decisión que abarca consecuencias realmente personales, sin ninguna implicación en lxs demás.
Les hablo en el sentido en el que la decisión personal, entendida como tal, es una decisión que repercute y responsabiliza a unx mismx, y a nadie más, directa o indirectamente, o así la entiendo yo; tal acción podrá ser considerada desde mi punto de vista una decisión libre y consciente en el mejor de los casos, pero nunca ser entendida como una decisión personal. No es el mero hecho únicamente de atender al consumo, no exigimos un estudio reducido de la responsabilidad del consumo, sino más bien otra que incluya a todos los factores, tanto éticos, como económicos, etc., en este momento, incluyendo en esta última las relaciones existentes o necesarias para ello, o las implicaciones medioambientales.
De la misma manera, y para comenzar con una exposición de los datos, el negocio de las compañías tabacaleras multinacionales produce un beneficio entre los 85.000 y los 100.000 millones de dólares, lo que es en euros 73.449.129.504’71. Las cifras de fumadorxs en el mundo según la OMS es de más de 1.100 millones de fumadorxs, lo que representa aproximadamente un tercio de la población mayor de 15 años.
Por sexos el 47% de los hombres y un 11% de las mujeres; en este rango de edad consumen una media de 14 cigarrillos al día, lo que supone un total de 5.621.000 millones de cigarrillos al año por todo el mundo, sin embargo, estos cálculos han sido tomados durante algunos años y han debido de cambiar mediante reformas y revoluciones interiores de cientos y miles de personas.
De la misma forma en las 4 ultimas décadas, el incremento de las zonas de cultivo agrícolas en países “en vías de desarrollo” se ha elevado en un 70%; con un crecimiento del 128% de 1975 a 1998, mientras “en los países desarrollados” disminuyó un 31% durante el mismo período.
La producción sigue creciendo en más de 100 países, de los cuales más de 80 son países “en vías de desarrollo”. Podemos darnos cuenta, que este producto ha sido uno de los productos más propagados en estos países “en vías de desarrollo”, debido a que la reducción del consumo de tabaco ha sido reducido en los países occidentales; y se ha convertido en una forma de control, como cualquier otra.
En el año 2001, tres países producían más del 60% de la producción mundial de tabaco: China (42%), India (11%) y Brasil (8%). Estados Unidos, que hasta 1997 era el segundo país productor de tabaco, ahora solo contribuye con el 7%; sin embargo, estos son los países en los que el sector de la producción donde más tabaco produce, e introducen junto a otros como Indonesia, y Zambia, el trabajo infantil en sus filas. Sin embargo, el escrito que aquí tenéis en vuestras manos quería ir orientado hacia los problemas que en algún u otra medida acarrea el consumo de tabaco actual, por parte de las multinacionales como gestoras de la producción de este producto vegetal e industrial del consumo, en el medio ambiente.
Con esto podemos empezar o comenzar a aportar una reflexión y también datos sobre el impacto ambiental que produce el consumo de este producto vegetal-industrial por la sociedad de masas y su forma de control social.
Examinando que por ejemplo en la comunidad europea la producción de tabaco se remonta a quince países siendo España, por ejemplo la tercera mayor potencia en la producción de tabaco de estos. Aún así la mayor producción de este producto viene de países de extrema pobreza y de explotación, esa es la segunda cara de la moneda de la legitimación del consumo de tabaco, la que no ves, la que no puedes ni siquiera imaginar.
No solo es un producto que erosiona el suelo de una manera destructiva, porque es un vegetal que necesita grandes cantidades de nitrógeno, fósforo y potasio del suelo, sino que para la explotación capitalista de este producto y la maximización de beneficio conlleva la fumigación constante con cantidad de insecticidas, plaguicidas, pesticidas y demás productos en cantidades de hasta dieciséis aplicaciones, que suelen filtrarse por el suelo cultivado y llegan a contaminar acuíferos y grandes masas de agua subterránea dedicadas a consumo de las necesidades básicas animales humanas y no humanas.
De la misma manera, el cultivo y la recolección de todos estos productos trae la enfermedad conocida como “la enfermedad del tabaco verde” que se produce por la absorción cutánea de nicotina disuelta en agua o en otros líquidos, produciendo múltiples síntomas. De la misma forma, la producción agrícola en monocultivos, eliminan las especies autóctonas y eliminan las capas vegetales del suelo que mantienen la roca madre, que produce la erosión del suelo, desde la inundación en tiempos de mucha lluvia, hasta los corrimientos y socavones de tierra, y las sequías, el hambre y la malnutrición en tiempos de escasez.
La muerte constante e inminente de la vida de nuestro planeta prosigue ante la mirada atenta e ininterrumpida de todas estas personas que con su consumo legitiman la explotación constante de este producto. La honestidad, la sinceridad y el reconocimiento de la responsabilidad debe llevarnos a una reflexión profunda acerca de qué entendemos y qué queremos decir cuando buscamos una liberación o una aspiración mucho más allá de las lógicas burguesas e individualistas de reforma, que buscan el placer hedonista y más efímero sin repensar y reflexionar sobre las consecuencias de sus acciones.