“Hay que arrimar el hombro”
Antes de empezar este artículo, caímos en que es el enésimo que hemos escrito sobre reformas legislativas y ajustes presupuestarios decididos y aplicados, antes por el gobierno socialista y ahora por el gobierno popular, para tratar de paliar los efectos de la crisis. En la misma línea, un compañero, medio en broma, medio en serio, nos comentaba que parecía una sección fija, al igual que las reseñas de libros o el anuncio de las diferentes convocatorias. Tristemente no le falta razón, pues hemos tratado de hablar sobre todo lo que han aprobado (una reforma laboral, el llamado pensionazo, una reforma constitucional, recortes económicos, etc.) pero cada mes que llega se presenta con una nueva lista de medidas que conllevan una precarización mayor de nuestras condiciones de vida. Por ello, no podemos mantenernos al margen y nos vemos obligados/as a tratar de desentrañar cada una de ellas, profundizar en sus consecuencias, tratar de explicar su razón de ser, es decir, ir más allá del típico titular de los medios de comunicación convencionales, donde es difícil encontrar información que no esté instrumentalizada por sus propios intereses, aunque por razones de espacio, nos cueste hacerlo.
Por otro lado, algo a lo que también dábamos vueltas es que en los dos últimos años, más o menos, nos hemos visto obligadas/os a realizar un esfuerzo para intentar comprender qué está pasando. Hemos leído y aprendido (o no) más de economía, más de cómo funciona la actual etapa del sistema capitalista, que en el resto de nuestra vida. Prima de riesgo, agencias de calificación, bonos basura, etc., eran términos completamente ajenos a nosotras/os, pero ahora podemos decir que tenemos algún conocimiento de su significado, por muy vago que sea, e incluso nos atrevemos a escribir sobre ello. Este ha sido un aprendizaje basado en la experiencia directa, pues con la llegada de la llamada crisis, hemos conocido la esencia misma de este sistema económico, su verdadero rostro, su cara menos amable. En cierta manera, una parte nuestra se alegra por ello, pues a estas alturas, poca gente puede realizar una defensa a ultranza de este sistema, pero por otra parte, no podemos abstraernos y obviar el sufrimiento que diferentes situaciones derivadas de la crisis han generado (el drama de no llegar a fin de mes, las facturas sin pagar, los desahucios de familias enteras, los currículums que nunca reciben respuesta, etc.). Además también, tal vez de una forma un poco ingenua, esperábamos que por un lado, la indignación que muchos/as compartimos se transformara en rabia y en una voluntad real de cambiar la actual situación, y por el otro, que la dificultad para cubrir las necesidades más básicas, la escasez de fuentes de ingresos, generará movimientos colectivos que garantizarán una supervivencia mínima (acciones de no pago, cooperativas, luchas en los tajos, etc.). Sabemos qué está ocurriendo pero a día de hoy podríamos repasar muy rápidamente los diferentes ejemplos. Pero, ¿por qué no ha pasado? Esa es la pregunta del millón. Nosotros/as no lo tenemos muy claro pero si que somos conscientes de que la pérdida de derechos y los recortes económicos parecen haber sido asumido como inevitables o necesarios. La consigna “todas/os tenemos que apretarnos el cinturón” ha calado más o menos en el conjunto de la sociedad, por ello la respuesta en la calle es prácticamente nula (aunque las asambleas surgidas a raíz del 15M han roto, en parte, esta dinámica). Esperemos que se produzca una reflexión amplia y colectiva sobre estos puntos en el seno de la sociedad.
Todos/as para unos/as y…
“No soy partidario en absoluto de bajar salarios, pero sí posiblemente de que haya una optimización de los salarios y se queden paralizados, por no decir congelación salarial, que no suena muy bien”
Las diferentes reformas aprobadas durante los cuatro últimos años tienen unos objetivos comunes que podríamos aventurarnos a agrupar en tres bloques. En el primero de ellos entrarían las diferentes medidas encaminadas a reducir el salario mientras se produce un aumento de la actividad laboral. Los/as trabajadores/as del sector público han sido quienes han sufrido más directamente estas políticas, pues han visto cómo aumentaba su jornada laboral y como su salario sufría diferentes bajadas y congelaciones. Pero el resto de trabajadores/as tampoco se han librado: la subida de impuestos (IRPF, IVA, etc.) implica una reducción indirecta del salario, y el aumento de la edad de jubilación y de la accesibilidad a la pensión máxima conlleva un aumento de tiempo de trabajo y una disminución del salario diferido. El segundo bloque recogería aquellas propuestas que tienen como objetivo conseguir debilitar la fuerza y el poder de los trabajadoras/es. La reforma de la negociación colectiva es el máximo ejemplo de esta política pues a la hora de negociar las condiciones laborales, los/as trabajadores/as se encuentran más aislados/as e indefensos/as que antes. El tercer bloque de medidas es el que más resonancia en los medios de comunicación está adquiriendo, en cierta manera es lógico, pues cuestiones como la pérdida de poder adquisitivo, la reforma de las pocas herramientas que disponemos para agarrarnos frente a los abusos de los/as empresarios/as, la dificultad para conseguir una pensión razonable, etc., siempre serán noticias que pasarán de refilón, mientras que no paramos de escuchar una y otra vez en boca de políticos/as y expertos/as economistas, la necesidad de equilibrar la deuda española, de aplicar políticas de austeridad, de reducir el gasto. En principio, nadie puede estar en desacuerdo con la idea de evitar el derroche, por ello, es necesario un doble esfuerzo para reflexionar sobre este discurso y descubrir dónde está la trampa. Un ejemplo, si casi la mitad del presupuesto de las comunidades autónomas va dirigido a partidas sociales (educación, salud, servicios sociales, etc.), ¿a quiénes afectan realmente estos ajustes presupuestarios? Si esto lo sumamos a que las/os políticas/os responsables de los recortes son partidarias/os de las privatizaciones, ¿qué mejor terreno para las empresas privadas de sanidad y educación que un sector público agobiado por la falta de recursos? Y ya puestos a hacernos preguntas, ¿por qué no han aplicado las políticas de austeridad con las ayudas a la banca o a la Iglesia?
Volviendo un poco al tema de las nuevas medidas, algunas de las aprobadas por el PP durante estas últimas semanas son: subida del IRPF (con esta medida el gobierno pretende aumentar su recaudación, pero serán los salarios medios y bajos sobre los cuales recaerá, sobre todo, el peso de esta medida), las/os trabajadoras/es de la Administración Pública verán su salario rebajado y se marca una tasa de reposición del 0%, las pensiones subirán un 1% (una cantidad insuficiente para que los/as pensionistas puedan evitar una pérdida de poder adquisitivo), no se admitirán más solicitudes a las ayudas de alquiler y dependencia, etc.
Junto a estas medidas han aparecido en la prensa los diferentes recortes a cada ministerio. Es bastante significado que el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, sufra un recorte del 15,6%, el de Educación, Cultura y Deporte, uno del 13,1%, y los Ministerios de Defensa e Interior apenas ven alterados sus presupuestos con unos recortes del 4,9% y del 2,1%, respectivamente. Otros que tampoco tendrán que apretarse el cinturón serán los miembros de la familia real pues el presupuesto dirigido a la Casa Real sólo ha sufrido un descenso del 2%.
¿Y quiénes son esos/as de la foto?
“La media en Europa en indemnizaciones por despido está entre 10 y 20 días. En Portugal, 10 días. Lo han hecho por decreto y muy rápidamente y debiéramos seguir ese ejemplo”
No hay que ser muy avispado para saber que aquellas/os que constituyen nuestros gobiernos no son precisamente vecinos/as de nuestros barrios, ni son las personas que nos acompañan en el metro por las mañanas, ni aquellas que guardan cola delante de nosotros/as en el supermercado, etc. Aquellos/as que llegan a ministro/a, a consejero/a, o a presidente/a, por mucho que digan, no son de los/as nuestros/as, nunca podrán defender nuestros intereses porque pertenecen a otra clase, una clase con sus propias prioridades. Y aunque seamos conscientes de esto, creemos que no está de más echar un vistazo a la composición del nuevo gobierno, mirar de dónde provienen algunos/as de sus nuevos/as ministros/as para conocer no sólo que decisiones nos esperan sino el porqué de esas decisiones. Como ya dijo un estratega militar chino hace 2500 años, conoce a tu enemigo.
Probablemente los dos nuevos ministros con un pasado más oscuro sean Pedro Morenés y Luis de Guindos, ministros de Defensa y Economía, respectivamente. El primero de ellos nació en el seno de una familia de la nobleza burgalesa y cuenta con experiencia previa en la política nacional, pues ocupó diversas secretarías durante las dos legislaturas del gobierno de Aznar. Hasta su nuevo nombramiento, se centró en acumular cargos en diferentes empresas de la industria del armamento y de la seguridad. Su cargo más destacable tal vez sea el de representante de la compañía Instalaza, empresa especializada en bombas de racimo. Cuando en 2008, el Estado Español firmó un tratado internacional donde se comprometía a prohibirlas, esta empresa tuvo la desvergüenza de solicitar al gobierno una “compensación de 40 millones de euros en concepto de daño emergente y lucro cesante”. Además, ha sido presidente en España de MDBA, uno de los mayores fabricantes de misiles del mundo, y como denuncian algunos colectivos antimilitaristas, “esta empresa ha suministrado dos grandes contratos de misiles al gobierno español del que ahora forma parte Morenés; el primero, de casi 28 millones de euros, por la venta de misiles Mistral para los helicópteros de ataque “Tigre”; el segundo se trata de un contrato de más de 100 millones de euros para el suministro de misiles a los “Eurofighter” españoles”. También ha formado parte del Consejo de Administración de SAPA (especializada en carros de combate), ha sido presidente de Kuitber (consultora de la industria de la guerra), consejero de Aritex (empresa que diseña componentes para el nuevo avión de transporte militar europeo), presidente de Segur Ibérica (empresa de seguridad privada que Defensa contrató para defender los atuneros españoles), y un largo etcétera. Resumiendo, realmente debe haber en este país pocas personas tan implicadas en la industria de la guerra y la muerte, por ello, este puesto le viene como anillo al dedo, pero tendremos que estar atentos/as para ver a dónde van a parar los futuros contratos de su nuevo ministerio.
Nuestro nuevo ministro de Economía y Competitividad, es Luis de Guindos. Como tantos otros, ya ocupó diferentes cargos durante los ocho años de Aznar. Tras la derrota del PP pasó a dirigir la filial española y portuguesa de Lehman Brothers hasta su bancarrota en 2008 por el escándalo de las hipotecas subprime o hipotecas basura. Bancarrota que tuvo importantes repercusiones en la economía mundial pero por lo que se ve, ninguna en la reputación de Luis de Guindos.
Otro ministro “curioso”, por decir algo, es el ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz, supernumerario del Opus Dei, quien ha llegado a afirmar que vive la política como “un magnífico campo para el apostolado, la santificación y el servicio a los demás” o que “las cortes son el órgano legislativo del Estado y Dios”. Sin palabras.
El resto del gobierno lo componen auténticos/as profesionales de la política, personas que han ido encadenando cargos y cargos, algunos durante más de 30 años; personas que evidentemente cuentan con rentas muy superiores a la media y un largo listado de posesiones (como el ministro de Agricultura); personas ligadas a instituciones religiosas integristas o con vínculos con el régimen franquista; personas relacionadas con el mundo empresarial; etc. En resumen, gente de plena confianza.
Para terminar… “Los sindicatos están cogiendo el toro por los cuernos”
La consigna “no es una crisis, es una estafa”, que hemos escuchado tanto en la calle los últimos meses, no puede tener más razón. Estamos viviendo una estafa orquestada tanto por la clase política como por la económica, pues no podemos seguir creyéndonos que la clase política está siendo esclava de las decisiones del poder económico. No existe una clara división entre estos dos grupos, son los/as mismos/as y tienen la misma responsabilidad (por ejemplo, en España, el 10% de los/as consejeros/as de las 35 empresas españolas más importantes han ocupado cargos políticos relevantes). Y esta estafa está consiguiendo crear no sólo importantes beneficios para sus bolsillos sino también una situación muy favorable para el futuro (trabajadoras/es con menos derechos y más desprotegidas/os, unos servicios públicos en descomposición, etc.). A nosotras/os sólo nos queda una salida: organizarnos, al margen de las estructuras verticales de partidos y sindicatos, encontrarnos en espacios donde todas/os podamos debatir, crear, compartir nuestras experiencias, analizar que tenemos en común y luchar, que de eso se trata. Pero no peleemos exclusivamente para hacer frente a esta situación puntual de crisis, pues mientras el poder esté en sus manos y no en las nuestras, seguiremos teniendo motivos para luchar.
* Todas las citas son de Arturo Fernández, presidente de la patronal madrileña.
Todo Por Hacer (www.todoporhacer.org)