“Un fantasma recorre europa: el fantasma de la indignación. Ya no es necesaria una rabia, un odio hacia la clase antagónica, ni siquiera hace falta reconocer su existencia, ni de quienes—con porra y pistola en mano— se encargan de defenderla. Con estar indignado es suficiente.
Lejos de analizar un fenómeno —un espectro que, como un dejà-vu de lo peor del ciudadanismo antiglobalización de hace unos años, que no es más que una añoranza por la pérdida de unos supuestos valores y privilegios que en la Europa pos Segunda Guerra Mundial han ido in crescendo— simplemente recopilaremos algunos escritos (unos viejos, otros no tanto) para hacer de este reciente empacho algo más que una mala digestión.”
“VIOLENCIA es creer que antes de la spanishtwitterrevolution no había habido luchas mucho más dignas, pero más violento es ver como se rebajan y asimilan discursos y puntos mínimos pseudo reformistas, personas con una larga trayectoria de lucha seria contra la dominación, pensando que eso puede ser el embrión de alguna cosa. Violencia es comparar esta pantomima con las revueltas nord-africanas que han dejado decenas de muertos y heridos.
Violento es ser enemigo de una multitud (de derechas y de izquierdas, que más da) y verla mover las manos al viento para aprobar pedir una reforma electoral que, aunque somos apartidistas, sólo beneficia a los partidos políticos; aunque ninguno nos represente, sería una herramienta para nuestros futuros representantes. Violencia es, en todo caso, la ley de partidos que excluye a gran parte de la sociedad vasca, y más violento es que a la # spanishrevolution no se le haya ocurrido exigir su derogación. Violencia es decirle revolución a algo que no pretende revolucionar nada, que ni tan siquiera tiene algún objetivo pragmático ni lo puede tener porque las revoluciones nunca han sido de derechas y de izquierdas a la vez, de empresarios y parados, de ricos y pobres...quien tense más la cuerda se llevara el pastel, podrá marcar la línea a seguir y arrastrar a los ingenuos, perdón, a los indignados que queden. Pero es evidente que las acampadas están siendo unas buenas plataformas para los trepadores y líderes de los pequeños partidos y organizaciones que ven como, por primera vez miles de personas les escuchan mientras dejan ir sus discursos, miles de personas que no saben que están escuchando a los cabecillas de listas de algún partido, asistiendo sin darse cuenta a un mega-mitting-poli-partidista.”
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