jueves, 5 de julio de 2012

¡Nosotros somos la crisis del capital!


UniónSi queréis saber a qué se parece la prórroga del fracaso del capital, sin ninguna esperanza de cambio radical, mirad más allá de las fronteras de vuestro país, la tragedia de México o, más cerca, mirad, mirad en el cen-tro de vuestras ciudades… La otra opción, la que consiste en decir no al capital y establecer una relación social diferente, es la que muchos griegos siguen ahora, por opción o por nece-sidad. Si el capital no puede suministrar la ba-se material de la vida, entonces debemos crearla de otra manera, estableciendo redes de solidaridad, proclamando "ninguna casa sin electricidad" y formando equipos de electri-cistas para restablecer la corriente en el mo-mento en que la hayan cortado, a través del movimiento "Yo no pago" las subidas de impuestos o los peajes, a través del "movimiento de las patatas", por el cual los agricultores distribuyen directamente sus patatas y legumbres en la ciudad a precios bajos, a través de los mercados de intercambio, de la creación de jardines comunitarios y el regreso al campo. Y además, por la recuperación de las empresas, de un hospital, de un periódico…

Se trata de una manera compleja y experimental de ir por delante, donde no hay ninguna línea política justa ni ninguna pureza revolucionaria. Muy probablemente, esas formas prefigurativas de una nueva vida social no son lo suficientemente fuertes para asegurar nuestra supervivencia y los compromisos no son todavía necesarios. Pero es claramente la dirección hacia la que debemos ir, claramente la dirección a la que nos vemos empujados.

Es para mí una verdadera alegría estar aquí, pero me da miedo porque, en realidad, es la primera vez que tomo la palabra en el corazón del Imperio del Mal. Quiero también agradecer expresamente a los guardias del aeropuerto por haberme dejado entrar en el país y visitaros, en esta tierra de la "libertad", por haberme permitido venir a veros aquí, en vuestra cárcel. Quizás me han dejado entrar porque no se han dado cuenta de la existencia de un motín en la cárcel, de una rebelión en el corazón de Europa.

Estamos aquí para celebrar 2011, que inunda el nuevo año, 2012. Un año lleno de revueltas gloriosas en todo el mundo, porque gracias a nuestra desobediencia está claro que somos nosotros la crisis del capital. Somos la crisis del capital y estamos orgullosos. Basta, basta ya de decir que son los capitalistas los culpables de la falta de banqueros. El sentido mismo de esas palabras no solo es absurdo sino también peligroso, porque hace de nosotros las víctimas. El capital es una relación de dominación. La crisis del capital es una crisis de la dominación: los dominantes no pueden ya dominarnos de manera eficaz.

Entonces, hemos ido por las calles para manifestarnos declarando que la culpa era suya. Pero¿qué estamos diciendo? ¿Que deberían dominarnos de manera más eficaz? Es preferible tomar la explicación más sencilla y decir: si la relación de dominio está en crisis, es porque los dominados no son lo suficientemente dóciles, porque no se arrodillan lo suficiente. La insuficiencia de nuestra sumisión es la causa de la crisis.

El capital no es solo un sistema de injusticia, es un sistema que acelera la explotación, que intensifica la destrucción. Esto se puede teorizar de diferentes maneras, a través de la ley del valor, la formación del valor y su tiempo necesario, según las sociedades, o las teorías de la baja tendencia de los beneficios. Sin embargo, lo que importa es que el capital está en una dinámica de ataque. Hay un movimiento sin fin de aceleración, una eterna transformación de lo que es el trabajo capitalista. Eso no solo significa una intensificación del trabajo en las fábricas, sino también una sumisión creciente, día a día, de todos los aspectos de la vida a la lógica del capital.

La propia existencia del capital consiste en apretar constantemente las tuercas, y la crisis es simplemente la manifestación de que la tuerca no ha sido apretada todo lo rápido que debiera, que hay una cierta resistencia por algún lado. Resistencia a través de las calles y las plazas quizás, resistencia organizada seguro, pero también puede ser la resistencia de los padres que quieren jugar con sus hijos, de los amantes que quieren quedarse una hora más en la cama, de los estudiantes que piensan que necesitan más tiempo para la reflexión crítica, de los humanos que sueñan todavía con ser humanos. Nosotros somos la crisis del capital, nosotros, que no nos sometemos lo bastante, que no corremos lo suficientemente deprisa.

En realidad, la crisis tiene dos salidas. La primera consiste en excusarnos, en pedir perdón por nuestra falta de sumisión y, a continuación, pedir más trabajo. "Por favor, explótenos más y trabajaremos más duro y más rápidamente, nos someteremos en todos los aspectos de nuestra vida al capital, vamos a olvidar todas las tonterías infantiles del juego, del amor y del pensamiento". Esta es la lógica del trabajo alienado, la lógica ineficaz de la lucha a través del trabajo, lo que se concibe como la lucha del trabajo alienado contra el capital. El problema de esta salida es que no solo perdemos nuestra humanidad, sino que también reproducimos el sistema que nos destruye. Si, al final, conseguimos, cosa muy improbable, contribuir a remontar la crisis del capital, entonces el capital irá, cada vez más deprisa, a someter cada forma de vida. Y después vendrá otra crisis, y después otra, y otra más, y así continuamente, pero no para siempre porque puede que no estemos lejos de la extinción de la humanidad.

La alternativa, porque creo que es la única, consiste en declarar abiertamente que no, que lo sentimos, que somos la crisis del capital y no vamos a ponernos de rodillas, no vamos a aceptar lo que nos hace el capital, estamos orgullosos de nuestra desobediencia y de nuestro rechazo a someternos a la fuerza desastrosa del capital. Estamos orgullosos de ser la crisis del sistema que nos destruye.
Mirad Grecia, el epicentro de la crisis económica y del crédito hoy día. Allí la crisis es sin duda una crisis de desobediencia. Los capitalistas y los policías dicen que los griegos no se someten demasiado, que no trabajan lo suficientemente duro, que les gusta dormir la siesta y salir por la noche, y que ahora deben aprender lo que significa ser un verdadero trabajador capitalista. Y al dar una lección a los griegos, han tenido también la intención de dársela a los portugueses, a los españoles, a los italianos, a los irlandeses y a todos los desobedientes del mundo.

Y en tal situación, hay dos opciones. La primera es decir no, no, somos buenos trabajadores, queremos más empleos y vamos a demostrar cuánto podemos trabajar, vamos a reconstruir el capitalismo en Grecia. Y la otra consiste en decir sí, tenéis razón, somos perezosos y no vamos a discutir nuestro derecho a la pereza. Vamos a pelearnos por poder hacer las cosas a nuestro ritmo, de la manera que consideramos correcta, vamos a pelearnos por nuestra siesta, por salir de noche. Entonces decimos no al capital y al trabajo capitalista, porque sabemos todos que el trabajo capitalista ha destruido literalmente la Tierra, que destruirá las condiciones de la existencia humana. Debemos construir una nueva forma de vida social.

La primera solución, decir que somos buenos trabajadores, parece más sencilla, más evidente, pero quizás no será más que una ilusión, porque la mayor parte de los especialistas dicen que la recesión en Grecia durará muchos años, cualquiera que sea el nivel de conformidad de los griegos.
El mundo que tratamos de crear es un mundo sin respuestas, un mundo en el que avanzamos interrogándonos, un mundo de experimentación. Pero estamos guiados por nuestro "no" a la inhumanidad, a la obscenidad y al carácter destructor del sistema capitalista. Guiados también por una estrella utópica destilada a partir de las esperanzas y sueños de siglos de lucha.

La crisis, por tanto, nos enfrenta a esas dos opciones. Tomemos la gran ruta de la subordinación a la lógica del capital, con el conocimiento pleno de que eso nos llevará directamente a la autoextinción de la humanidad. O escojamos los caminos azarosos -que son numerosos- de la invención de mundos diferentes aquí y ahora, a través de las fisuras que creamos en la dominación capitalista. Y a medida que inventamos nuevos mundos, cantemos alto y fuerte que somos nosotros la crisis del capital. Somos la crisis de la avalancha hacia la destrucción de la humanidad… y estamos orgullosos. Somos el mundo nuevo a punto de surgir y que dice: "¡Capital, fuera!"
John Holloway
http://www.nodo50.org/tierraylibertad/3articulo.html