¡LA VIOLENCIA ES ESTRUCTURAL!
· Las democracias “tan modernas” nos violentan al hablarnos de perspectiva de género, de acceso de la mujer al poder, de una supuesta igualdad entre mujeres y hombres, ya que accedemos a un mismo sistema que nos oprime a todas y todos en sociedad. Ahora no sólo son los hombres quienes sufren discriminación y abuso laboral, bajos salarios, condiciones precarias, sino que también las mujeres, por eso gritamos:
¡IGUALDAD LABORAL, IGUALMENTE EXPLOTADA!
· Las mujeres hemos sido trabajadoras mucho antes de que los capitalistas se dieran cuenta que resultaríamos en mano de obra aún más barata que nuestros compañeros hombres.
Las mujeres estamos sometidas a una doble explotación: ¡en la casa y en el trabajo!
· El sistema capitalista nos violenta, pues hace mercancías de nuestros cuerpos a través de los medios de comunicación. Se nos utiliza como prototipo de belleza femenina, como un producto más de sus riquezas.
· La sociedad conyugal (matrimonio) nos violenta, porque funciona como un contrato económico que garantiza la patria potestad (los bienes son del hombre; nos encasilla en el rol de esposa abnegada. Madre antes que mujer y nos impone como única posibilidad válida la relación hombre-mujer, es decir, la heteronormatividad.
· El Estado nos violenta, puesto que persigue, crea montajes y encarcela a mapuche y a anarquistas del llamado “caso bombas”, vigilando y reprimiendo a todas/os quienes se atrevan a cuestionar el orden establecido.
· La iglesia nos violenta, nos inculca miedos y culpas, negándonos la posibilidad de elegir cómo queremos vivir nuestra sexualidad, o si deseamos o no tener hijas/os. Nos impide reconocernos desde nuestros cuerpos y optar por nosotras mismas.
¡MUJER NO ES SINÓNIMO DE MADRE!
El Estado y la moral conservadora nos violenta, puesto que criminaliza a mujeres que al abortar deciden sobre sus cuerpos y vidas al no optar por una maternidad obligada, impuesta y resignada. Se nos enseña que la reproducción es propia de nuestra vida de mujeres y no una opción. Así, la maternidad resulta en una fábrica de incubadora que pare mano de obra barata y garantiza el funcionamiento del sistema capitalista y neoliberal a cuestas de nuestros hijos e hijas. Así, se nos enseña que ser madre es una obligación y no una decisión.
Por la libertad de decidir sobre cómo construir nuestras vidas.
¡Por la autonomía y autorregulación de nuestros cuerpos!
Para construir relaciones igualitarias.
Reconocernos en nuestras diferencias no para establecer relaciones de opresión, sino, por el contrario, para armonizarnos y liberarnos.